El mercado de carbono ofrece una oportunidad única de atraer inversión extranjera al país
Chile es atractivo para el desarrollo de proyectos que generen bonos de carbono; de hecho, naciones como Japón y Canadá están explorando formas de cooperación para la compra y venta de este tipo de instrumentos.
Este gran potencial también debería aprovecharse para impulsar la creación de un sistema de emisiones transables de GEI en el país, dicen los expertos.
La meta es difícil. Como humanidad, debemos limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius de aquí al 2050. Y para eso es fundamental que se reduzcan de manera sustancial y sostenida las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). No queda mucho tiempo. Frente a esta urgencia, los llamados mercados de carbono surgen como un buen instrumento, y uno de los más costo efectivos, para impulsar y financiar la transformación necesaria, compensar emisiones, apoyar el proceso de transición energética y, finalmente, abordar la crisis climática.
Para entenderlo en un contexto amplio, los mercados de carbono se refieren al precio al carbono como una forma de desincentivar las emisiones de GEI y corregir las externalidades negativas que estas producen. ‘Su importancia se basa en que el cambio climático es un fenómeno global y no importa dónde se realice la reducción de emisiones si esta efectivamente se lleva a cabo’, dice Marión Díaz, subgerenta de Facturación y Mercado de ACCIONA Energía.
Una opinión que comparte Marina Hermosilla, gerenta de Sustentabilidad de Fundación Chile, quien asegura que los mercados de carbono son relevantes, porque las reducciones se generan donde es más barato y rápido reducir, traduciéndose en un menor costo para la sociedad en su conjunto. ‘Además, incentivan la innovación, impulsando mercados de proyectos de mejora ambiental, tanto para disminución de emisiones como para captura y secuestro de carbono’, apunta.
EMISIONES TRANSABLES
Arturo Brandt, senior counsel del Grupo Vial Abogados y profesor adjunto del Vermont Law & Graduate School, explica que los mercados de carbono pueden ser vistos desde una doble variable. Por una parte, el impuesto al carbono, en que el regulador fija un precio a las emisiones de CO2. Este es el caso de Chile, donde el impuesto es de USD 5 por tonelada de CO2 emitida y se aplica a casi 90 fuentes emisoras bajo el llamado ‘impuesto verde’.
Y por otra parte, está el Comercio de Emisiones Transables (ETS, por sus siglas en inglés), que es el sistema utilizado en la Unión Europea, por ejemplo, y que regula un 45% de las emisiones de CO2 en aproximadamente 10.500 fuentes desde el año 2004. ‘En este caso, el regulador asigna ciertos derechos de emisión a los regulados (emisores de GEI) y bajo determinadas condiciones autoriza a los mismos a transar sus derechos de emisión.
De este modo, aquellas fuentes que tengan excedentes o derechos de emisión no utilizados pueden enajenar sus derechos de emisión no utilizados a aquellos regulados que sobrepasen los derechos de emisión asignados’, detalla Brandt. Y añade que los sistemas de ETS están presentes en un 55% del PIB mundial y cubren un 17% de las emisiones globales de GEI. China lanzó su propio ETS el año pasado, el mercado de carbono más grande del mundo.
‘Hoy en día existen 70 iniciativas sobre precio al carbono —incluyendo ETS e impuestos al carbono—, que regulan aproximadamente un 23% de las emisiones de GEI a nivel global’, menciona el abogado. De estas iniciativas, el mercado de la Unión Europea es el principal y con mayor antigüedad, dice Juan Pablo Montero, profesor titular del Instituto de Economía de la Universidad Católica. Lo siguen en importancia los mercados en China, algunos dentro de Estados Unidos, como el de California y la zona noreste, y otros en Canadá, como el de Quebec. ‘En Latinoamérica solo existen iniciativas que están recién partiendo en Colombia y México’, comenta Montero. Y añade que el mayor volumen de transacciones se encuentra en el mercado de la Unión Europea. ‘Además es donde hoy los precios son más altos; muy superiores a los de California y la costa noreste de Estados Unidos’.
MERCADOS VOLUNTARIOS
A estos mercados regulados, o de cumplimiento, se suman los llamados mercados voluntarios de carbono, en los que personas o empresas se acogen a una meta de reducción/compensación de GEI de forma voluntaria, y para su cumplimiento recurren a la compra de bonos de carbono.
De acuerdo a los expertos, este segmento ha ido creciendo de forma sostenida en los últimos años debido a las políticas de neutralidad climática del sector privado. ‘Hoy existen más de 4.500 empresas que han declarado un compromiso alineado con la ciencia, adhiriéndose a la Science Based Target Iniciative, de las que casi 1.500 lo han hecho considerando el objetivo de ser net zero a mediados de siglo. Y en ACCIONA fuimos una de las primeras en hacerlo’, cuenta Marión Díaz.
La subgerenta de Facturación y Mercado de ACCIONA Energía cree que es esperanzadora la reacción que ha tenido el sector privado a través de los mercados voluntarios de carbono, que en el año 2021 se cuadruplicaron con respecto a 2020, alcanzando los casi 2 mil millones de dólares, que representan un aumento de casi cuatro veces desde 2020 (520 millones de dólares). ‘Esto es sumamente importante para la lucha contra el cambio climático, porque significa que estamos interiorizando, en los procesos productivos, el precio del carbono: ponerle un precio al carbono significa tener un costo más y una intención, por tanto, de reducirlo. En este caso, a través de medidas de mitigación, como la compra de electricidad renovable’, dice Díaz.
OPORTUNIDADES LOCALES
Las opciones que se abren para Chile con los mercados de carbono son muy interesantes y no se pueden dejar pasar, advierten los expertos. ‘Hasta ahora nuestro país ha sido un caso de éxito a nivel mundial en la participación en el mercado del carbono. Bajo el estándar MDL (Convención Marco de las Naciones Unidas y posterior Protocolo de Kyoto), Chile registró más de 100 proyectos, siendo unos de los líderes en el desarrollo de proyectos registrados bajo esta norma’, destaca Arturo Brandt. ‘Chile, sin duda, es atractivo para el desarrollo de proyectos que generen bonos de carbono. De hecho, países como Japón y Canadá están explorando formas de cooperación para la compra y venta de este tipo instrumentos.
Como país, el mercado de carbono ofrece una oportunidad única de atraer inversión extranjera’, subraya el abogado. Marina Hermosilla, de Fundación Chile, cree que si nuestro país lograra montar un sistema de emisiones transables con altos estándares, podría vincularse con mercados como el de California o los de Canadá, lo que haría posible acceder a enormes posibilidades de generación de proyectos de reducción de emisiones. ‘Nos permitiría un dinamismo económico vinculado a la innovación ambiental’, dice. Hermosilla agrega que, ‘en algún momento no muy lejano, todos los mercados del mundo se van a vincular y los créditos de carbono van a ser un commodity. Mientras antes entremos en dicho mercado, más oportunidades tendremos’.
Para esto —señala— es importante tener un mercado regulado. Y espera que el próximo año, en que van a empezar a operar las compensaciones de emisiones de CO2 para el impuesto al carbono, se impulse la creación de un sistema de emisiones transables de GEI en el país. ‘Hemos perdido mucho tiempo en Chile atrasando la instalación de este instrumento de política pública’. Juan Pablo Montero, de la UC, coincide. Considera que aunque se puede entrar al mercado internacional, ya sea vendiendo o comprando certificados o cuotas de carbono, y que para eso no se requiere necesariamente contar con un mercado interno de carbono, es preocupante que como país aún estamos lejos de eso. El académico asegura que los mercados de carbono nos pueden ayudar muchísimo a alcanzar nuestra meta de descarbonización al 2050 a un costo mucho menor comparado con las medidas de fijación de estándares y metas sectoriales.’
Con un mercado de carbono funcionando, podríamos desde ya fijar cuotas anuales que vayan disminuyendo en el tiempo hasta alcanzar la meta de descarbonización’, afirma. Arturo Brandt es optimista. Dice que ‘hoy estamos a la espera de un aumento de la demanda por bonos de carbono en el mercado voluntario, así como también del desarrollo del libro de reglas del Artículo 6 del Acuerdo de París para desplegar todo nuestro potencial, pero es solo cosa de tiempo’. Por otra parte, el Ministerio del Medio Ambiente está trabajando en las reglas para la generación de bonos de carbono bajo el impuesto verde, lo que, a juicio de Brandt, generará un aumento de la actividad en forma local.
CÓMO OPERA EL MERCADO DE CARBONO
El mercado de carbono a nivel internacional funciona a través de la compra y venta de certificados de reducciones de emisiones de GEI o bonos de carbono, en donde el titular de un proyecto vende las reducciones generadas a un comprador que decide comprar estos certificados, ya sea porque hay una regulación que le obliga a mitigar sus emisiones de GEI o bien porque ha decidido voluntariamente disminuir/compensar sus emisiones. ‘El proceso de certificación nos va a indicar el mecanismo para generar los bonos de carbono.
Los mecanismos van a depender finalmente del estándar que se elija para emitir dichos bonos. Los estándares más utilizados hoy son el MDL, el GS y VERRA’, dice Arturo Brandt. Sin embargo, el experto indica que hay elementos comunes que están en todos los estándares y que son la adicionalidad, la permanencia, la transparencia en la medición de las reducciones, una correcta determinación de las fugas, la verificación por parte de un tercero independiente, y evitar la doble contabilidad cuando dos proyectos se atribuyen las mismas reducciones.
Fuente: El Mercurio