Todos somos Tompkins
La protección del medioambiente frente a la amenaza cada vez más manifiesta del calentamiento global, debiese ser un motivo de preocupación para todos nosotros.
El fundador y gerente general de Activo Austral, Felipe Escalona, aborda en esta columna la importancia de cuidar los ecosistemas naturales y cómo las personas pueden sumarse a esta acción.
La protección del medioambiente, frente a la amenaza cada vez más manifiesta del calentamiento global, debiese ser un motivo de preocupación para todos nosotros.
En la COP27 que se desarrolla en estos días en Egipto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó a los gobiernos del mundo a tomar acciones concretas utilizando un dato aterrador: al menos 15 mil personas han muerto este año a causa de olas de calor.
Un tema frente al cual en Chile debemos estar particularmente preocupados, al ser uno de los países que, según diversos estudios, se está viendo más afectado por el cambio climático.
Lo estamos sintiendo año a año con veranos cada vez más cálidos, inviernos progresivamente menos lluviosos, el avance de la desertificación hacia la zona central del país y precipitaciones escasas, pero intensas, cuando ocurren.
En la cruzada por cuidar nuestros ecosistemas naturales, todos estamos llamados a contribuir, pero muchos se preguntan cómo pueden tomar acciones que efectivamente marquen una diferencia, al no contar con grandes recursos o fortunas que permitan escalar dichas acciones.
A través de distintas soluciones de mercado, existen más y mejores incentivos para ser socialmente responsables cuando invertimos.
Lo que se conoce como Investment Impact, hoy incluye a un creciente abanico de proyectos de energías limpias, manejo responsable de recursos, tratamiento de los residuos y de conservación de paisajes naturales para evitar la depredación que, por ejemplo, hoy está viviendo el Amazonas.
En Chile lo hemos visto, por ejemplo, con el Parque Tantauco en Chiloé o las grandes extensiones de terreno que la Fundación Tompkins compró en Aysén con el único fin de evitar que fueran urbanizados o explotados con fines comerciales.
Pero afortunadamente ya no es necesario dejar exclusivamente en manos de un multimillonario o un magnate filantrópico dicha responsabilidad. Hoy, son muchos más quienes pueden poseer, por ejemplo, un Parque Privado de Conservación en la Patagonia.
Ese esfuerzo es posible de replicar a través de un mecanismo muy poco conocido que se enmarca en la Ley Nº 20.930, que es el Derecho Real de Conservación (DRC). Y es lo que estamos haciendo en forma pionera en Activo Austral.
En la práctica, Activo Austral vende terrenos desde las 5 hectáreas a precios razonables a quienes aceptan la obligación de preservar el terreno y sus recursos de manera efectiva a perpetuidad.
Por ejemplo, no modificando los cauces de agua ni talando los bosques protegidos, como tampoco subdividir ni construir más de un 2% de la superficie del terreno, asegurando así un muy bajo impacto y una real conservación de la Patagonia como ecosistema libre de contaminación.
Esto permite que cualquier persona, de cualquier parte del mundo, se haga propietario de un pequeño Parque Privado de Conservación, con todas las externalidades positivas que esto trae consigo para el planeta.
Es lo que ya están haciendo chilenos, y cada vez más extranjeros, preocupados de preservar la belleza única de nuestro sur austral, quienes han adquirido terrenos no para construir su casa de descanso o infraestructura hotelera, sino para la conversación. Es una inversión, sin duda, pero también es un regalo para el planeta y las futuras generaciones.
La Patagonia es, hoy por hoy, quizás el verdadero pulmón virgen que le va quedando al planeta, en la medida que el Amazonas sigue siendo depredado sin mayor control. La responsabilidad que tenemos como chilenos, pero en el fondo como seres humanos, para mantenerla en esas condiciones es enorme. El momento es ahora, después puede ser tarde.
Hoy, todos podemos ser Tompkins.
Fuente: Diariosostenible.cl